sábado, 21 de agosto de 2010

Dia 21 a les 10'15 abans de l'ultima tònica del campament




AL GRUP DE MAJORS I AL SEU EDUCADOR IGNACIO

De seguro que cuando leáis esto ya estaréis en casa, atrás quedarán grabados muchos momentos vividos en equipo, momentos de ilusión y de compañerismo, momentos de intimidad y complicidad no sólo entre vosotros sino también con vuestros educadores.

Está tarde seguro que no es nada fácil para vosotros y menos para vuestros educadores, pues cuando se acercan los límites de la física y el tiempo, y uno percibe la profundidad de lo vivido y la inseguridad de lo que ha de venir, quisiera parar el tiempo. Y es consciente de que uno no es “dios”, y desde la fe uno no puede parar el tiempo sino darle otra perspectiva u horizonte. Una vida iluminada por el conocimiento que mutuamente habéis ido consiguiendo unos de otros y enriquecida con el amor compartido, aquel amor donde se pone de manifiesto que todo lo puede, todo lo aguanta, que no es orgulloso ni egoísta, no es mal educado, no se alegra de la injusticia sino que goza con la verdad, aquel amor que no pasa nunca y que es aquel sin duda que habéis compartido en este proceso de crecer, de ser persona.

No olvidéis nunca: “ En el comienzo de mi juventud voy hacia ti Jesús”. Este ir a Jesús viene marcado por una actitud interior, personal e individual, “quiero marchar decidido por el camino que tú me marques”, pero no es sólo decisión, es necesaria la escucha del Tú en mayúsculas, y “juntos marcharemos en equipo”, es decir, es necesario caminar con otros, que fuerza tienen estas palabras de la oración Junior, no se puede ser creyente sino en comunidad, no se puede seguir a Jesús sino en equipo para desde ahí junto con vuestros educadores y la gracia del Señor Jesús “fortalecer la volunta, para vencer nuestras pasiones, cumplir siempre con nuestro deber y seguirle sin cansarnos con lealtad y alegría”

En el proceso de ser educador en la fe, uno va percibiendo que nuestra vida se asemeja a un campamento, con todas sus partes, formación, preparación, desarrollo y conclusión. Y ¿qué queda de todo esto? Un nuevo comenzar, una nueva oportunidad más para encontrarte con el Señor, en el rostro de cada niño, que no tiene prejuicios, que tiene verdaderamente hambre y sed de Dios, de la verdadera felicidad que puede llenar su vida. Y nuestra meta es llevarle, ayudarle a encontrar esa fuente que sacia su vida.

Gracias por ayudarles a encontrar la verdadera felicidad. Confiemos que ahora ellos serán maestros en el saber y en vivir con Cristo para otros que van a compartir aquel niño que siempre un día llevamos dentro, el niño de fe, el niño del que observa, busca, juega y no se cansa, el niño de las preguntas oportunas e inoportunas. El niño que en el Junior encontró al Señor, lo siguió y en el hoy de su historia lo comparte.

Mossén Ramón Micó Colomer
En el crepuscle del dia 20 d’agost
Altalai- Casillas de Ranera

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